Posiblemente esta sea la pregunta que más respuestas rápidas tiene y al mismo tiempo una de las menos pensadas en relación con la importancia que guarda y guardará en el futuro inmediato con el desarrollo emocional de los seres humanos. Llevo mucho tiempo pensándolo y creo que la única cosa que se me ocurre que puede describir a Facebook es que es la primera nación del siglo XXI.
Entendiendo que actualmente solo podemos dibujar una nación desde un principio geográfico, étnico, cultural o lingüístico y que dicha definición se niega a reconocer los cambios que la migración masiva de los últimos treinta años han traído consigo es momento quizá de replantearnos el uso de nación como un nuevo tipo de configuración social y, principalmente, emocional. Actualmente una nación debería considerarse como la comunión de personas de distintas etnias, lenguajes y emociones que puede traspasar las fronteras geográficas de un territorio determinado. Nadie puede negar que los mexicanos en México y sus paisanos en Estados Unidos conforman una nación; nadie debería poner en tela de juicio que los franco africanos en sus países de origen y los franco africanos en países europeos conforman también una nación que ha superado los gentilicios y las relaciones espacio temporales. Si podemos reconocer esos dos principios tendríamos que reconocer también que Facebook es una nación que agrega algunos elementos peculiares a la transformación que trajo consigo la red 2.0 o la red de redes.
Si estamos dispuestos a aceptar esta idea, tendríamos entonces que reconocer también que Facebook es la nación más grande en la historia del planeta Tierra. Jamás ningún imperio o sociedad de naciones previa consiguió mantener una estabilidad que le permitiera acercarse a los números que Facebook representa hoy: más de dos mil millones de personas son usuarios activos del gigante. Eso son 700 millones más que los ciudadanos que tiene China e India. Más de 10 veces la población de México, más de 50 veces la población que tiene España y más de 5 veces la población actual de Estados Unidos. Jamás nos habríamos enfrentado a una sola entidad que tuviera bajo su control una mayor cantidad de personas en todo registro escrito que podamos encontrar en el mundo. Quizá por eso me sorprende tanto la ingenuidad con la que la gente se acerca a Facebook, porque me recuerda la misma ingenuidad con la que se acerca a sus gobiernos, electos o impuestos, con la esperanza de que desde la bondad de su corazón (imaginando que estas entidades en realidad se comportan como individuos) ayudarán a sus ciudadanos a tener vidas mejores.
Facebook, como una buena parte de los gobiernos, no es bueno o malo por definición. De hecho esta diseñado para nunca alcanzar ninguno de los dos polos con los que solemos describir todo lo que nos rodea. Facebook hace lo mejor por Facebook y por ende solo puede ser comparado con las decisiones estatales que se fundamentan en la ridícula pero imbatible idea del bien común. Esta tesis central ha sido el artífice de una gran mayoría de los logros y desgracias que la humanidad puede recordar, la sensación de que alguien toma decisiones que afectan tu vida de una manera negativa y se justifica enumerando la cantidad de personas que se ven beneficiadas por esa misma medida ha servido para justificar desde alzas en impuestos hasta limpiezas étnicas. Hitler pensaba tanto en el bien común como lo hacía Gandhi, Somoza hablaba del bien común tanto como lo hacía Allende, Franco pensaba que el bien común era tan importante como Lázaro Cárdenas. Es decir, la idea del bien común no es un problema si tenemos la suerte de que ese bien común sea imaginado por una persona con escrúpulos con cierta formación humanística y no traiga consigo defectos tales como racismo, clasismo y la idea de un derecho divino de unos por encima de los otros. Es difícil definir que tipo de nación es Facebook porque es difícil entender su configuración estatal y la relación que guarda con las ideas generales que tenemos sobre lo que está bien o mal.
Lo que si es claro es que las similitudes que guardan los estados con Facebook en relación al pensamiento generalizado de sus naciones son tan parecidos que terminan, siempre, en parecernos tan obvias que nos vemos incapacitados para juzgarlos o entenderlos de la misma forma. Una gran parte de los ciudadanos de distintas naciones creen que todo aquello que los rodea es gratis, las aceras son gratis, los postes de luz son gratis, los árboles son gratis, el agua es gratis, los caminos, semáforos, puentes, basureros tomas de agua y demás detalles que están a nuestro alrededor parecerían dar esa sensación. La realidad es que nada es gratis, alguien lo está pagando y en unos buena cantidad de casos nosotros lo estamos pagando. Votos, impuestos, aportaciones, ideas, inventos, propiedades todo suma al pago de esta incontable cantidad de cosas que hacen la vida en las ciudades llevadera y en muchos casos muy agradable. Bueno pues, seamos sinceros, Facebook es exactamente igual en este sentido. Nada es gratis en Facebook y alguien, o posiblemente todos, lo estamos pagando con la cosa más valiosa que podríamos encontrar: nuestra identidad. La gente tiene una obsesión con la cantidad de información que Facebook tiene de nosotros, el caso Cambridge Analytica, puso un enorme haz de luz sobre esta verdad y si bien estoy seguro que la gente en Facebook está preocupada por el escándalo también puedo apostar que la tranquilidad que produce lo imposible que sería que desaparecieran los tranquiliza al final de cada reunión para el manejo de crisis. Pero la realidad es que Facebook no adquiere información, Facebook adquiere identidades y conforme pasa el tiempo, como en la vida, esas identidades se enriquecen y se transforman.
Los estados también han intentado adquirir nuestras identidades, desde la huella dactilar hasta la información biométrica, distintas instituciones han intentado diseñar sistemas que funcionen con base en la identidad que los ciudadanos tienen y las distintas relaciones que guardan con eventos naturales, artificiales, coyunturales o falsos. Sin embargo ningún estado, excepto quizá China, ha alcanzado el nivel de conocimiento de las identidades de sus habitantes como lo ha logrado Facebook. Pasaportes, DNI, Credencial para votar, todos son instrumentos de identidad que los gobiernos proporcionan a sus ciudadanos con la intención de aumentar el control y previsión que pueden tener sobre los mismos, esto se ha logrado vinculando los sistemas económicos con dicha identidad: No puedes cobrar un cheque o abrir una cuenta de banco sin identificarte plenamente y cada día se le permite a menos personas y empresas pagar salarios si no es a través de un banco, eso no es un asunto de seguridad, es un asunto de identidad y registro de ciudadanos que avanza siempre hacia el totalitarismo. Entonces ¿Por qué si los estados llevan años intentando identificar a sus ciudadanos de la manera más compleja que puedan no han conseguido el nivel de datos que tiene Facebook? Simple, porque Candy Crush es mucho más atractivo para las personas que tener una cuenta de banco o salir del país. No nos equivoquemos, el 90% de la información que Facebook ha usado para adquirir tu identidad se las diste con gusto y sin ninguna preocupación, en muchos de estos casos Facebook te advirtió que tomaría esa información y la usaría y aún así se la diste con gusto. ¿Por qué? Porque así como tu vida es más simple con acercas, árboles y semáforos, tu vida es mucho mejor con Facebook.
Todos los usuarios de Facebook del mundo estaban a un click de entender las repercusiones que aceptar esos términos tendrían. Si tienes Facebook tienes Google y si puedes buscar a una persona en Facebook puedes buscar información en un buscador y por lo tanto hay que reconocer que así como en su relación con el Estado, las personas tenemos muy poco interés en el daño que nos va a generar conseguir un beneficio inmediato como es formar parte de la red de personas más grande del mundo. Con tal de no tener que ver a tu tía en persona los domingos y solo darle like a sus fotos de vez en cuando dejaste que Facebook supiera casi todo lo que es importante saber de ti: tus hábitos, tus tendencias, tu ideología, tus secretos, tus infidelidades, tus fracasos y tus éxitos; y casi todo eso lo diste porque pensaste o no te molesto averiguar para que diablos lo podrían usar y que pasaría con tu vida una vez que los usaran. Piénsalo un segundo, eso se parece mucho a la vez que votaste por ese candidato que parecía ser sincero y que si te hubieras molestado en averiguar un poco más o enterarte un poco más probablemente nunca lo hubieras votado. Pero igual que soportaste al candidato quejándote de vez en cuando por cualquier medio posible así también vas a soportar a Facebook sosteniendo la esperanza, quizá idiota si he de ser sincero, de que un día procurarán tu bienestar y felicidad. Sinceramente creo que las posibilidades de que Facebook procure tu felicidad son casi las mismas que existen de que un candidato político piense en tu persona por encima de su propia idea del bien común.
Y entonces vienen las preguntas de siempre, ¿si los candidatos saben que puedes votar a otro por qué les importa tan poco tu bienestar? Simple también, porque saben que si no los votas a ellos votarás a otros que forman parte del mismo sistema y que por principio de equidad evitarán generar leyes o instancias que dañen a los perdedores porque un día, cualquier día, ellos también pueden perder y verse destruídos por las mismas herramientas que crearon. En menos palabras: porque si escupes al cielo un día te va a caer tu propia saliva. Facebook tiene la misma certeza o al menos debe estar cerca de tener la misma certeza. Posiblemente Facebook ya sabe que nunca habrá otro Facebook y que en ese sentido más de la mitad de las personas que que hoy viven ahí lo harán hasta el día de su muerte. No hablo de los usuarios jóvenes, poquito menos jóvenes y casi ya no jóvenes que tenemos cierto ímpetu y agilidad digital para movernos y cambiar nuestros hábitos, hablo de la enorme masa que representan los claramente ni de cerca jóvenes que engrosan hoy en día las filas de esta nueva nación. Tu padre no buscará otro Facebook, con trabajos aceptó este y ahora que está ahí, así como casi siempre vota al mismo, no piensa moverse y eso te obligará a mantenerte en esa relación digital si es que no quieres dar el salto al mundo análogo del que llegaste huyendo. Tus abuelos, tus tías, tus primas mayores, tus hermanos, muchísima gente no dejará Facebook hasta que Facebook desaparezca y probablemente cuando eso pase vivirán el resto de sus vidas en la forma en que siempre quisieron vivirlas: de manera análoga. ¿Recuerdas tu vida análoga? ¿Recuerdas cuando eran llamadas y no mensajes de texto las piedras angulares de tus relaciones personales? ¿Sientes ese pánico que te generaría volver a esos tiempos? Bueno, como todo lo demás, es posible que Facebook también sepa eso de ti.
Así que como hoy las recibes de tu gobierno en los desastres naturales y actos de corrupción, recibirás un montón de disculpas por parte de Facebook, quizá un día ya no sea Zuckerberg la cara que se disculpa y tengan otra más amable o menos polémica, pero lo que si creo que ocurrirá durante mucho más tiempo del que estamos dispuestos a considerar es que Facebook abusará sistemáticamente de tu identidad conforme su verdadero objeto de negocio se mantenga como hasta hoy, porque hoy si Facebook no una nación al menos si es el mercado más grande del mundo y casi cualquier intento por identificar audiencias o públicos objetivos tendrá que pasar por ellos porque, aunque se las quites, guardarán una copia de tu identidad digital y eso es suficiente para que cualquier marca o producto sepa todo lo que hay que hacer para que gastes dinero en su propio beneficio y, si tenemos tantita memoria histórica, tiene mucho tiempo que esa relación gasto-ciudadano rige políticas sociales, humanas y emocionales.
Así que cuando leas los mil y un consejos para evitar que Facebook siga extrayendo información para conformar tu identidad pregúntate cuantas de esas variantes has leído para evitar que tu gobierno abuse de ti porque es muy posible que la realidad del éxito entre conservar tu privacidad y tener un gobierno honesto sean la misma y que esa probabilidad también se parezca mucho al 0.